El día que las montañas saladas fueron de nieve (y te soñé).

He caído en ti

como quien cae, hundida

sobre las hojas oscuras

de un sueño con patas de araña.

Esta vez, tú estabas al otro lado

desnudo jugabas con la luz sobre el agua

diáfano,

pero no vacío.

Eras de espuma paciente, me esperabas

deteniendo con la mirada

los primeros copos de nieve en la orilla.

De ahora en adelante,

-me dije en sueños-

espero que el mar nos traiga cada domingo

corrientes que arrastren palabras de nácar,

lenguajes lejanos, flores del Sur

para poder seguir inventando

nuevas formas de pintarte una cueva en el pecho

y llorar la suerte de habitarnos.

Dibujo del 7/2/17

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